España se ha convertido en un oasis de apatía y abulia generalizada. El rey emérito Juan Carlos, se ha marchado –huido- de su queridísima España, sólo es motivo de charlas amenas sobre su posible destino final. Nadie parece discutir sobre el asunto de fondo. En el art.56.3 nos marca el blindaje del monarca, sin embargo, el art.64 marca a quien hay que imputar los desmanes del monarca. Es el Presidente del Gobierno quien refrenda los actos del Rey. Que no se haya enterado del enriquecimiento ilícito, no exonera de la responsabilidad. ¿Nadie sabía lo que pasaba en la Zarzuela, ni en la Moncloa? Nadie parece escandalizarse de los desaguisados del Rey emérito. Las instituciones gubernamentales se han puesto al servicio de una defensa numantina de su figura. Vivimos tiempos tan extraños, confinamientos, Covid-19 que lo tapa todo, que la sociedad española, parece que no le importa demasiado lo que suceda en las altas esferas. La bandera republicana no es enarbolada por n...