La convocatoria del 9-N me ha servido para salir de casa e ir a participar en la fiesta ciudadana del 9-N. El centro donde he ido estaba lleno de gente. Todo bien organizado. Caras risueñas y muchas ganas de participar en un acto eminentemente político. Nadie confunde esta fiesta participativa con elecciones. Después del Estatut de Catalunya, con un referéndum de ratificación por parte de la ciudadanía catalana y su posterior "repaso" del TC por encima de los millones de personas que participaron, ahora los que promovieron su inconstitucionalidad, también advierten que esta participación es una farsa. La fiscalía busca culpables. Mañana cada cual leerá la participación como le convenga.
Si la participación es baja, teniendo en cuenta que no hay censo electoral, el baile de cifras será aterrador. Sin embargo, si la participación es baja los agoreros que veían el 9-N como el fin de los tiempos, podrán aullar de satisfacción. Si la participación es alta -cifras parecidas a la convocatoria del 11-S-, los partidos proconsulta se sentirán respaldados. Mientras los partidos que no han querido que la ciudadanía se exprese, seguirán proclamando la ilegalidad de todo y de todos.
¿Qué hará Mas? Es una incógnita que debería empezar a despegarse cuanto antes mejor. Si la cifras de participación son altas, debería convocar elecciones anticipadas. Desde la lógica política este adelanto será contraproducente desde la perspectiva partidista, los sondeos electorales vaticinan que CiU perdería las elecciones. Sin embargo, la convocatoria permitiría seguir el proceso iniciado con el anuncio del 9-N. El gobierno central está encerrado en su propio mundo lleno de corrupción y fantasías de mejora que solo los empresarios aplauden.
Si Mas deja pasar el tiempo, es decir, esperar a noviembre del próximo año para las elecciones generales, puede que el empuje actual de la ciudadanía se enfrié y que la deriva independentista se corte. Eso podría permitirle entablar conversaciones con el PSOE y Podemos para un nuevo pacto. Sin embargo, todo es demasiado vago e impreciso. La ciudadanía tiene paciencia, mucha más que sus políticos. Así que habrá que ir viendo como se suceden los próximos acontecimientos.
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