La Audiencia Nacional (AN) es una anomalía de nuestro sistema judicial. El art.24.2 establece una prioridad que en la práctica no se cumple en determinados delitos. La AN tenía una misión básica: los delitos de terrorismo de ETA. Por decirlo así, había trabajo de sobras para que cumpliera su función. Ahora, la AN tiene encomendada un sinfín de competencias. La propia AN se erige en un Tribunal especial que centrifuga todo lo que encuentra a su paso. Nadie ha pensado en rebajar su peso excesivo en el sistema judicial. En los tiempos que vivimos, la AN ha utilizado de su poder para encausar al gobierno de la Generalitat. ¿Qué sentido tiene entonces el TSJC? La democracia española no pasa por su mejor momento. Hoy se juzgaba nada menos que a un ciudadano que se le acusa de organizar la pitada al himno (nacional) en la final de Copa del Rey del 2015. ¿Cómo se puede organizar? ¿Quedaba con los otros cooperadores necesarios?, ¿Distribuían panfletos con el ritmo adecuad...