La técnica del globo sonda sigue funcionando de maravilla, porque esta técnica es la antesala de la correspondiente Orden legislativa. La idea es empezar las clases el día 1 de septiembre. Por el momento nos dicen que lo ideal será empezar sobre el 8 de septiembre. Venden el mal producto diciendo que en febrero se hará unos días de vacaciones o descanso o parada técnica pedagógica. Aquí ha saltado la polémica,pues, ¿dónde habrá que meter a los alumnos durante esa semana? Una sugerencia, vacaciones subvencionadas para los alumnos en las estaciones de esquí. Así fomentaríamos el consumo y el empleo.
Quieren que la empresa y la escuela vayan acompasados. Así, cuando los alumnos dejen la enseñanza, no tendrán dificultades de adaptación al horario laboral, ambos serán idénticos. La sociedad quiere que la enseñanza obligatorio sea una guardería donde colocar a los niños y adolescentes.
Se habla de racionalización de los horas lectivas, pero es la Administración quien pone esas horas. Se habla de mejorar la enseñanza, pero la Administración está recortando presupuesto y tiene en perspectiva planes donde se aumentará la carga lectiva al precio de disminuir la oferta de interinos y substitutos.
La Administración piensa que la educación es exactamente igual que regentar cualquier negocio. Hay alumnos/clientes y profesores/vendedores. Los alumnos deberán empezar las clases inmediatamente después de las vacaciones de los padres. Lástima que la Administración sea lenta en confirmar plantillas, que los gestores educativos tienen que imaginar las plantillas asignadas, que las ratios cada vez son más altas, que en virtud de sus propias conveniencias se reserva hasta un 10% para la incorporación de nuevos alumnos recién llegados en cada grupo, ahorrándose así plantilla y grupos.
Empezar el 1 de septiembre -ese es el objetivo- supone desconocer la climatología de nuestro país. Calor sofocante, aulas llenas, alumnos con hormonas desbocadas, un clima perfecto para el aprendizaje. Desde los despachos con aire acondicionado de nuestros mandatarios educativos las cosas se ven perfectamente razonables, pero la realidad es muy diferente. El precio lo pagarán alumnos y profesores.
Quieren parecerse a Europa, pero sólo en lo superficial. La inversión en educación es de las más bajas de la Comunidad Europea. La escuela privada ha conseguido que la pública le siga en todo en horarios y en condiciones laborales.
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