I.- El origen del problema (1).
1.- La idea de la educación como mecanismo que posibilita la perfectibilidad del hombre es la clave o cifra de las aspiraciones ilustradas. Para los ilustrados, estupidez, tontería, locura.. son consecuencia de una mala educación.
2.- ¿Por qué la educación? La respuesta está en la felicidad. La Ilustración hace suya esa idea de la búsqueda de la felicidad desde términos seculares, la felicidad no hay que buscarla en el más allá, si no en el más acá. La búsqueda de la felicidad individual se ha de conjugar con la de todos. El instrumento para hacer realidad esa aspiración es la educación e instrucción. Ahora, el hombre se mide por la educación.
3.- La educación permanece antes del siglo XVIII en el ámbito del “espacio privado”. La Ilustración hace crítica contra el valor de lo aprendido en la etapa anterior, porque ese contenido es incapaz de posibilitar la felicidad. La nueva mentalidad vincula la felicidad social a la educación, y ésta a un proyecto global: la del sentimiento patriótico[1]. No es por casualidad que sea en el siglo XVIII cuando aparece la idea de una “educación nacional”.
4.- La idea de instrucción pública o educación nacional es una idea de la Ilustración. En España será Carlos III quien culmina este proceso con la Real Cédula de 12 de julio de 1781, por el que se establece la enseñanza obligatoria en el nivel primario. Francisco Cabarrús (Bayona, Francia, 1754 – Sevilla, 1810) propondrá una “escuela nacional única”.
II.- La sociedad postmoderna.
5.- Vivimos momentos de dispersión y confusión, de desregulaciones en el trabajo y la vida, en la política y la economía, y ello supone que vivimos en “un mundo vivido angustiosamente como riesgo”. Si la lógica del capital implica la des-estatilización, en paralelo, el Estado des-regula el Estado de bienestar. Los individuos se sienten a la intemperie. Es la expresión que aparece en Matrix[2]: “bienvenidos al desierto de lo real”.
6.- Las certidumbres de la era industrial (etapa sólida) –Estado de bienestar[3]-, es sustituido por un horizonte de “precariedad”. En esta nueva etapa “sociedad líquida” (Z.Bauman) aparece un nuevo fenómeno de carácter estructural: la exclusión social. Las diferencias y las desigualdades en la “etapa sólida” (Z.Bauman) o industrial eran entendidas en términos de clase. Esas diferencias, se podían resolver a través de la educación. La educación era la palanca para remover las barreras sociales. Sin embargo, en esta fase líquida los factores son de índole cultural.
7.- ¿Cómo reintroducir la solidaridad en una sociedad que genera exclusión? La respuesta de Daniel Innerarity es lo que el denomina “ética de la hospitalidad”. Ésta supone hacer visible la conexión entre lo económico y lo político. El Estado ha cegado esta unión y debería reintroducir al individuo en lo “social y colectivo”.
8.- La solución a la inserción no es más cobertura contra el riesgo –ciego-, sino más solidaridad a través del trabajo –actividad social-, lo permitiría “configurar los derechos sociales bajo la forma de derechos de ciudadanía”.Y para conseguir ese objetivo, la educación es una instrumento necesario. Haciendo visible, por ejemplo, esa conexión entre política y economía.
9.- La educación se encuentra inmersa en estas transformaciones y es presa del desconcierto de lo poderes públicos a la hora de encarar su función. Hay que tener en cuenta que opiniones, actitudes y valores conforman un entramado dentro de la personalidad de cada uno que tiene que lidiar en un entorno dinámico y fluido. Cada uno de ellos implica procesos de cambio de desigual velocidad. Así, las opiniones son fáciles de cambiar, mientras que las actitudes - la preferencia de una persona para decidir en uno u otro sentido respecto de algún asunto determinado-, es más difícil de cambiar, y aún más difícil son los valores que se han gestado a través de un proceso lento dentro de un sistema de creencias y valores.
10.- La educación es elegir es siempre un proceso doloroso, siempre se deja fuera algo. Ejercer la responsabilidad de elección supone tomar posiciones, establecer jerarquía de valores, es decir, pluralismo de valores no hay que confundirlo con el relativismo cultural, del todo vale. Estamos obligados a elegir, a valorar. Y esto supone elegir entre códigos morales y culturales interiorizados e incompatibles entre sí, lo que produce siempre desgarro. La educación debería tener como objetivo saber elegir, procurando que ese desgarro sea fructífero para el individuo y beneficioso para la sociedad.
Notas bibliográficas:
1) Carmen iglesias. No siempre lo peor es cierto. Estudios sobre historia de España. Galaxia Gutenberg/Círculo de lectores.
2) Daniel Innerarity. Ética de la hospitalidad. Col.quinteto 297. Ed. Península.
[1] I.Wert nos habla de la “anorexia patriótica” que padecemos los españoles en comparación con otros países.
[2] La imagen del desierto es recurrente en el pensamiento postmoderno.
[3] Tony Judt. En su obra: Postguerra. Ed. Taurus. Nos habla con extensión y profundidad sobre la génesis del Estado de bienestar.
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