Las verdades obvias no son siempre evidentes. Me decía mi mujer, que después de las celebraciones por el famoso triplete del Barça, empezaba la verdadera crisis. Tenía razón como casi siempre. Mientras que el Barça se dedicaba a acumular triunfos "históricos", la crisis era menos evidente, pero después de las multitudinarias manifestaciones de júbilo, llega el páramo. No hay ninguna perspectiva que pueda consolarnos.
Que salgan un millón de personas para celebrar las victorias de un equipo de futbolistas millonarios resulta chocante. La crisis afecta a todos, excepto a los futbolistas de élite como lo son los del Barça. Si hubiese ese entusiasmo por salir a la calle para protestar por la ineficacia de las diferentes administraciones, seguramente, los políticos tratarían de hacer algo más que pura retórica. Si la crisis tiene su origen en el sistema financiero, a que esperan para hacer algo más que inyectar liquidez a dicho sistema. Se inyecta liquidez, pero no se revierte en el crédito.
Algunos "expertos" afirman que el problema no es tanto de liquidez, sino de exceso de endeudamiento de las familias. La crisis afecta a las rentas del trabajo. La destrucción masiva de empleos en los diferentes sectores supone un reto para el estado de bienestar. ¿Qué hacer con la masa de trabajadores que engrosan las listas del paro? ¿Van a salir los parados para expresar el descontento por una situación que ellos no han provocado?
Los diferentes actores -empresarios, trabajadores y Administración- deberían empezar a plantear todas las cuestiones pertinentes sobre las relaciones laborales. Es un dato objetivo que en la década prodigiosa del 2000-2008, el aumento de riqueza se ha distribuido de forma extraordinariamente desigual. Los salarios ha descendido, mientras que las ganacias de capital se han hecho notorias. Pero ahora se pide moderación al sector más débil.
¿Cuándo piensan salir a la calle los millones de afectados de esa crisis? Es posible que hayan salido con motivo de las celebraciones futbolísticas, pero solo eran una pequeña minoría en comparación con todos aquellos que aún no se han dado cuenta que si no se unen acabaran pagando todas las facturas de la crisis.
Que salgan un millón de personas para celebrar las victorias de un equipo de futbolistas millonarios resulta chocante. La crisis afecta a todos, excepto a los futbolistas de élite como lo son los del Barça. Si hubiese ese entusiasmo por salir a la calle para protestar por la ineficacia de las diferentes administraciones, seguramente, los políticos tratarían de hacer algo más que pura retórica. Si la crisis tiene su origen en el sistema financiero, a que esperan para hacer algo más que inyectar liquidez a dicho sistema. Se inyecta liquidez, pero no se revierte en el crédito.
Algunos "expertos" afirman que el problema no es tanto de liquidez, sino de exceso de endeudamiento de las familias. La crisis afecta a las rentas del trabajo. La destrucción masiva de empleos en los diferentes sectores supone un reto para el estado de bienestar. ¿Qué hacer con la masa de trabajadores que engrosan las listas del paro? ¿Van a salir los parados para expresar el descontento por una situación que ellos no han provocado?
Los diferentes actores -empresarios, trabajadores y Administración- deberían empezar a plantear todas las cuestiones pertinentes sobre las relaciones laborales. Es un dato objetivo que en la década prodigiosa del 2000-2008, el aumento de riqueza se ha distribuido de forma extraordinariamente desigual. Los salarios ha descendido, mientras que las ganacias de capital se han hecho notorias. Pero ahora se pide moderación al sector más débil.
¿Cuándo piensan salir a la calle los millones de afectados de esa crisis? Es posible que hayan salido con motivo de las celebraciones futbolísticas, pero solo eran una pequeña minoría en comparación con todos aquellos que aún no se han dado cuenta que si no se unen acabaran pagando todas las facturas de la crisis.
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