Cataluña se ha despertado con una noticia cruel, Félix Millet y Tussell, es un ladrón. Eso pasa hasta en las mejores casas, pero en Cataluña, esa noticia es una catástrofe. Su posición privilegiada en una institución como Fundació Orfeó Català-Palau de la Música había hecho de él un personaje fuera de toda sospecha. Al parecer dicha Fundación era como un agujero negro en el que entraba dinero a raudales. Ese dinero se canalizaba, posteriormente, a otras instituciones, por ejemplo, Fundació Ramon Trias Fargas, afín a CDC. Sus ramificaciones alcanzan cuentas en Suiza, ayudas a liquidar deudas al ex líder de ERC Àngel Colom, ampliación y mejoras en las casas del citado Millet y su colaborador Jordi Montull. Para acabar de arreglar esta situación la Agrupació Mútua que había sido presidida a finales de junio del 2006 cuando Josep Lluís Vilaseca abandonó el cargo ha sido intervenida por la Dirección General de Seguros (DGS).
¿Quién es Félix Millet? La peripecia vital se inicia en 1974 cuando entra en la empresa Renta Catalana. Su estancia se saldó con una condena de la Audiencia provincial de Barcelona a dos meses de prisión por un delito de imprudencia que facilitó un delito de falsedad (delito de estafa). Es posible que el paso por prisión durante dos meses fuese tenido en cuenta como aportación a la lucha antifranquista.
En 1990 crea la Fundació Orfeó Català-Palau de la Música. El Orfeó Català no era algo que desconociese, pues, su padre Félix Millet i Maristany que fue el presidente de l'Orfeó Català entre 1951-1967, es decir, en lo más granado del franquismo. Se le premiaba los servicios prestados por su diligencia en llegar a Burgos en vez de coger la dirección del exilio. Cierto, en una guerra civil, todos contribuyeron al horror, pero el fin de la contienda nacional sólo fue una nueva etapa de la guerra civil, y en ella, sólo premiaban a los adictos al régimen.
Félix Millet ha construido una Fundació como trampolín de la cultura y sus ansias personales. El clásico tópico de la sociedad civil catalana se expresaba en una entidad la Fundació fuera de toda sospecha. El reconocimiento social y político se fue consolidando lentamente. En 1999 se le concede la Creu de Sant Jordi. Ese mismo año también la recibió Vicenç Ferrer i Moncho (1920-2009). Las comparaciones son odiosas. Los ingenuos bienintencionados quieren que devuelva la medalla aunque a estas alturas debe de reírse de esa sociedad catalana que busca siempre referentes de catalanidad.
Acabo, personaje de oscuros comienzos con apellidos de solera franquista y catalanes, ha dado una vuelta de tuerca a una sociedad catalana que se mueve en la endogamia nacionalista. ¡ Uno de los nuestros ¿un ladrón? !. Si al menos se hubiese llamado García, Pérez, Martínez, entonces sería otra cosa, pero Millet y Tussell, eso sí que no se puede perdonar.
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