Hay un coro mediático y sociológico que se siente profundamente aliviado que ZP abandone la presidencia del gobierno. Razones no faltan. Pero tal deberíamos vernos a nosotros mismos como síntoma de las razones que le llevan a ZP para no presentarse en las próximas elecciones. ZP era como uno cualquiera de nosotros. No venía de familia de cuádruples apellidos, ni aura intelectual, era una persona normal. Y como cualquiera de nosotros se encontró con la presidencia de gobierno como consecuencia de las mentiras del PP en el contexto del peor atentado sufrido en España el 11-M (2004). La “secta mediática” no perdona a los españoles que se pasarán al bando socialista. Pretendía “prietas las filas” en el peor espectáculo jamás presenciado desde el etapa de la transición. Quien abanderó la mentira –una más-, fue el anterior presidente del gobierno José Mª Aznar. Muy cercano a él, estaba Mariano Rajoy que ahora se presentará a las próximas elecciones. Las encuestas auguran un triunfo de su partido.
He dicho que Rodríguez Zapatero ejemplifica lo sucedido en España en estos últimos ocho años. Una etapa de crecimiento sin precedentes debido a factores que el propio gobierno no controlaba y una burbuja inmobiliaria que añadida a unos tipos de interés bajísimos propicio una demanda especulativa. Eso supuso una falsa ilusión de enriquecimiento que propicio políticas que pretendían extender a toda la sociedad los beneficios de ese crecimiento sin precedentes. No hubo criterio para repartir un superávit histórico y se dio a manos llenas sin establecer límites. Desde el último inmigrante hasta la nobleza pudieron cobrar ayudas. Ese fue uno de los motivos por el que el anterior ministro de economía y hacienda, Pedro Solbes dimitirá. ZP disfrutaba de popularidad. Además podía desarrollar políticas sociales como la Ley de la Dependencia que desgraciadamente no se ha llevado a cabo tal como hubiera debido implementarse. A partir del 2008 el horizonte de crisis en EE.UU y por extensión a Europa empezaba de forma imparable. No era una crisis económica al uso. Era la primera crisis de ámbito global. La burbuja inmobiliaria americana –subprime-, amén de los tejemanejes fraudulentos en el sistema financiero internacional hicieron que los bancos y entidades de crédito se vinieran abajo. En EE.UU tuvo que recurrir a nacionalizaciones para frenar el derrumbe de su sistema financiero. Mientras en España el BC y el resto de entidades y cajas anunciaban a cualquier oído que quisieran oír que aquí estábamos a salvo de todo ese barullo que acontecía fuera de nuestras fronteras.
El gobierno de Rodríguez Zapatero actúo sin reflejos. Nuestra sociedad también. Nuestras instituciones financieras se habían endeudado para financiar el sector inmobiliario y empezaron a recibir mensajes de alerta. El gobierno socialista seguía como si aquí esa crisis global no pudiera afectarnos. Pero finalmente llegó. Ya lo creo que llegó. Se materializó en un plan de ajuste que venía de Europa –Alemania-. Reducción del déficit público. Aumento de la edad de jubilación (72 años). Recorte en el estado del bienestar. Y en esto estamos ahora. Desde Europa nos dicen que vamos por el buen camino. ¿Qué hubiera hecho cualquier otro? Sinceramente creo que hubiera hecho lo que hizo el presidente. Por eso cuando ha dicho que no volvería a presentarse –las circunstancias mandan-, es una forma de decirnos que también hemos fracasado. Afortunadamente, en las sociedades democráticas, con uno que anuncie que no volverá a presentarse nos deja manos libres para poder buscar recambios. El presidente el gobierno ha anunciado que seguirá hasta agotar la legislatura. Y el PP le ha entrado un frenesí que su “coro mediático” podrá explotar hasta la náusea.
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