El comunicado de ETA ha declarado: “(...) el cese definitivo de su actividad armada”. ¡Amén! No habla en ese comunicado de disolución, ni entrega de las armas, ni nada parecido. No habla de las víctimas, y sí de sus delirios. Una declaración que después de cincuenta años de asesinatos llega tarde, muy tarde. Desde la Constitución de 1978 ETA no ha parado de matar, extorsionar y envilecer a una parte de la sociedad cómplice.
Los asesinos se dan un homenaje de auto-glorificación, pero lo cierto es que la ausencia de autocrítica y la ausencia absoluta de las víctimas hacen de esa declaración poco menos que un brindis al sol. El Estado de derecho y la presión policial en España y Francia han reducido a ETA a un grupúsculo residual y obsoleto. La asfixia económica que han padecido los “servicios auxiliares de ETA” han ayudado a su debilitamiento. La Ley de Partidos, ha sido un instrumento eficaz para erradicar a las correas de transmisión de ETA.
Nos dicen que quiere sentarse a negociar. En fin, lo de siempre. Quiere perdonarnos la vida, porque antes nos ha amenazado de muerte. Los presos de ETA deben de soñar que saldrán alegremente de la cárcel. Si fuese así, el triunfo de ETA sería colosal. El Estado de derecho debe cumplirse. Los terroristas deben cumplir las sentencias que los jueces han impuesto a través del proceso correspondiente. Todo el peso de ley debe recaer en aquellos que han atentado contra las personas y la sociedad. El colectivo de presos, cerca de 800, deben creer que se les debe algo. Y, si, lo único que se les pide es que cumplan las sentencias a las que han sido merecedores por haber atentado contra las personas, cuya culpa es no pensar igual que los terroristas.
Los “servicios auxiliares” de ETA habrán entrado en éxtasis. La palabra “negociación”, “problema vasco” y demás perlas cultivadas, nos recuerdan de dónde procede está palabrería hueca y altisonante. Qué se disuelvan y que entreguen las armas. Qué la memoria de las víctimas de ETA no pasen al olvido de la historia. Sólo puede haber un vencedor en esta lucha contra el terrorismo y es la sociedad española, lo demás sería legitimar a unos asesinos que se esconden detrás de unas capuchas que parecen salidos de una mala película de los Ku kux Klan con chapela.
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