¿Qué pasaría si lo que está sucediendo en Cataluña no fuera más que una espectacular puesta en escena por parte de CiU? Si lo que no quiero que salga –la independencia- la proclamo de forma dramática, siempre puedo conseguir réditos electorales. El gobierno de Mas ha elevado a cotas insospechadas los recortes, muy superiores al cualquier otra autonomía. Con las próximas elecciones del 25 de noviembre CiU aspira, nada menos, que a la mayoría absoluta. La jugada es extraordinaria. Se mata la indignación por los recortes sociales y de paso de sustituye por la idea de una Cataluña independiente. Si se mira la historia de los últimos treinta años, la deriva soberanista es nueva, al menos, en su discurso más electoralista. Los años del pujolismo –peix al cova- y su posibilismo de bajo vuelo, hace que esta nueva etapa sea, de momento, tenida, al menos en Madrid, como puro teatro.
El gobierno central sigue su carrera triunfal hacia el desastre. Cuanto más nos dicen, a estas alturas nadie sabe lo que quieren, porque simplemente quieren que el tiempo transcurra. Galicia es la primera parada para un bálsamo electoral, y de paso confirmar que se va por el buen camino. Euskadi y después Cataluña, son realidades que no acaban de entender y por ser periféricas se les da por perdidas. El problema ha surgido, de donde menos podían esperarlos, sus socios de preferencia CiU, han echado un órdago de dimensiones colosales. ¡Adiós a España! El portazo del Pacto Fiscal, empezó muerto antes de empezar su andadura. CiU debería haber sido más hábil para tender puentes sobre el gobierno de Madrid, pero éste con su proverbial soberbia y torpeza ha ayudado a un distanciamiento, que ahora mismo, se hace muy difícil de reconducir. Así las cosas, ¿qué va a pasar? La respuesta puede ser cualquier cosa. En medio de una crisis de identidad sobre lo que que queremos –Cataluña- y lo que no queremos –España-, y una crisis económica que está asfixiando a las clases medias y bajas, la sociedad catalana se debate entre el día a día, cada vez más pesimista y un horizonte –la independencia- que no deja de seducir a una parte cada vez mayor de catalanes. El gobierno central debería articular medida para no sentirnos agraviados, pero con amigos como Wert y compañía, se hace difícil encauzar este divorcio que se esta dibujando. Además, ¿qué está haciendo Rajoy? ¡Alguien pensaba que cuándo se fuese Rodríguez Zapatero –su figura crece cada vez más-, y Rajoy tomase las riendas de la crisis todos nuestros problemas iban a desaparecer como por arte de magia!
Comentaris
Publica un comentari a l'entrada