La lista unitaria del Mas y Romeva es una forma
de aglutinar el agua y el aceite. No es poco haber llegado a ese pacto. ERC
sigue siendo un lastre enorme. La cuestión principal es la siguiente: ¿por qué
adelantar las elecciones-plebiscito, cuando las generales se convocarán en octubre
o noviembre? No era más inteligente esperar lo que suceda en el gobierno de la
nación. Si hay cambio de signo político, los nuevos interlocutores podrían
tener una sensibilidad muy diferente al discurso cansino del gobierno del PP.
La posibilidad de esa espera hubiera permitido
saber con quién tendrás que dialogar y permitir que ambas partes puedan llevar
a cabo la posibilidad de un referéndum al estilo de Escocia. El PSOE está
atrapado entre su centralismo secular y la retórica del federalismo. Podemos ha
afirmado la posibilidad de apoyar un referéndum. En todo caso, la alternativa
al PP, hubiera sido un paso de prudencia política por parte de Mas y compañía el
esperar los resultados de las generales y abrir caminos para explorar las
posibilidades limitadas de una consulta en toda regla. No haberlo hecho sólo se
explica por la intransigencia de ERC y el miedo de Mas a perder las riendas del
proceso.
Los lideres catalanes y la lista unitaria del
independentismo no parece ser muy conscientes de las limitaciones de todo tipo
que se van a encontrar después del 27S. La “nueva izquierda” con Podemos
drenara muchos votos de partidarios de la independencia que les molesta la presencia
de Mas. Los promotores de la lista de Mas y Romeva, tendrán que obtener unos
resultados imposibles de obtener debido a la fragmentación del voto en
Cataluña. Un 60% serían unos resultados estratosféricos, pero, aún así, se le
reprocharía que para dar los pasos hacia la Independencia deberían haber
obtenido un 70% como mínimo. Estamos delante de un dilema insoluble.
Mas debería esperar a las elecciones generales.
Pero la aceleración de los acontecimientos, sus actos y la de los socios hacen
muy difíciles esa espera necesaria para saber con quien deberá negociar un
futuro ahora mismo borroso. El gobierno del PP, alude al imperio de la ley como
mordaza para planteamientos políticos. La Constitución se transforma en arma
letal para paralizar cualquier propuesta. El problema no es la Constitución, es
la falta de interés de unos y otros, para ponerse de acuerdo sobre lo que quiere
Cataluña de España y viceversa. No vale decir, como afirma Rajoy, que los
catalanes deben ser españoles porque lo afirma la Constitución.
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