Quisiera comentar brevemente la fotografía
del Magistrado Llarena. La prensa utiliza la fotografía en cuestión para
ilustrar la personalidad del Magistrado. Llama poderosísimamente la atención el
piano que está a su izquierda. Un piano de cola. No elucubraré sobre la marca.
Nadie acompaña al Magistrado en su comparecencia. No hay música de fondo. Tal
vez hubiera tenido gracia que el pianista pudiese tocar unos acordes, según las
explicaciones del Magistrado. Tonos lúgubres si habla de los desplantes de la judicatura
belga o alemana. Sobre este tema, la partida sigue su curso. No habría que dar
nada por sentado. En la mesa tiene lo que parece una grabadora. Descarto que
sea un mando a distancia. Parece un vestíbulo de un hotel de
"categoría". No parece el lugar más adecuado para que el Magistrado
hable de asuntos jurídicos. Es posible que estuviera hablando de cualquier otra
cosa. No lo sé. Lo que sí sé, es que el Magistrado desafina de forma reiterada, cuando sigue obstinadamente su machacona canción sobre la denegación de libertad para Jordi Turul y Josep Rull. No me extraña que el pianista no quisiera acompañarlo.
Las declaraciones de Montserrat Nebrera contra la política y el parlamentarismo han sido ampliamente recogidas por la prensa. Llama la atenció la capacidad de convocatoria de Montserrat Nebrera. No le ha gustado lo que ha visto en política y por eso se marcha del partido popular. Pero de sus declaraciones se desprende que no piensa tirar la toalla y plantea la posibilidad de crear una nueva plataforma política. En las diferentes tertulias -no eres nadie si no logras estar sentado en esas tertulias-, se planteaban las opciones que le convenían a la ahora dimisionaria. Que alguien dimita cuando es parlamentaria en las autonómicas del 2006 llama la atención, pues, no es habitual. Incluso cuando los escándalos por corrupción, los políticos implicados o presuntamente implicados, no dimiten, excepto, cuando los cesan, pero aún en este caso, se aferran al escaño parlamentario como si fuese de ello les dependiera la vida. Así, que la señora Nebrera no siento apego al sillón. Los tertulianos
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