Ayer, hubo celebraciones de los amigos del art.155 de la CE. En Madrid, desfile militar, con “susto” incluido al quedar colgado de una farola un paracaidista. No seré yo quien haga burla de ese incidente. Afortunadamente, todo quedo en un susto para la integridad física del militar y el disgusto que debió llevarse. Que podamos reírnos de las desgracias ajenas es una constante en la condición humana. No es fácil no sonreír cuando alguien cae al suelo, no de otro modo se puede explicar la interminable secuela de programas que tienen como objetivo ver como la gente se cae de mil maneras distintas.
Si en Madrid había actos oficiales e insultos al presidente del gobierno “eternamente” en funciones, por parte de grupos de extrema derecha que ahora salen de las catacumbas, en Barcelona, había manifestación de la derecha y extrema derecha. Las cifra como siempre son un arma arrojadiza. La policía municipal daba cifras de unas 10.000 personas. Mientras que los organizadores hablaba de unas 200.000. Si uno lee el País, la cifra queda enmascarada por otras cifras en un intento de difuminar lo dicho por la GU de Barcelona.
Mañana parece destinada ha ser otro día “histórico”. La STS será notificada a los procesados. Las filtraciones han creado la sensación que las condenas no serán tan duras como se podía prever. Todos esperan cómo se gestiona desde la sociedad civil a las instituciones la STS. Cataluña es y ha sido siempre una sociedad tranquila. Nunca ha sido el País Vasco. En el País Vasco, nunca se aplicó el art.155 de la CE., a pesar de la violencia del terrorismo de ETA. ¿Por qué ese contraste entre una realidad y la otra? Desde los poderes estatales, se está aplicando la plantilla del terrorismo a lo que sucede en Cataluña, sin que nadie le parezca raro.
Las libertades empiezan a ser sospechosas, de manifestación, si un manifestante, tira un papel, es considerado un terrorista. Si quemara un contenedor, se convierte en un super terrorista. Si tira una piedra a un policía, ya no hay adjetivos. Lo que ha sucedido en París con los manifestantes de las “chalecos amarillos”, ¿cómo sería calificado aquí? Desde luego, sería sedición. Pero, ¿en Cataluña ha habido sedición?
El TC amenaza al Parlament de Cataluña y a su Presidente sobre lo que se puede hablar o discutir. Creía que el TC, sólo era un órgano fuera de la judicatura que tenía el papel de intérprete de la Constitución, de determinar si las leyes o cualquier norma con carácter legal, es o no es constitucional. ¿Cómo puede ser que el TC se pueda arrogar el derecho de inmiscuirse en otro órgano del entramado institucional? La separación de poderes debería tenerse claro, pero parece que el TC se ha transformado en una instancia político-jurídica que en nombre de la Unidad de la Patria, pone los límites de lo que se puede o no hablar en sede parlamentaria. ¡Qué nadie se escandalice significa que vivimos en una etapa de excepcionalidad escandalosa.
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