La noticia de la muerte de cuatro personas en Barcelona, nos descubre el lado oscuro de la crisis. Mientras cientos de miles de vehículo viajaran por las carreteras hacia sus ciudades respectivas, el drama de la pobreza y marginación, se cobra estas víctimas. El lugar es uno de esos nombres rimbombantes con que Barcelona bautizó el distrito 22@, que ahora mismo el plan urbanístico que la incluía está parado por la crisis.
La marginación no conoce de diseño, ni se pregunta ¿por qué unos solares están vacíos?, excepto por las paredes que impiden el acceso. Cuando la necesidad aprieta, cualquier lugar es bueno para instalarse. ¡ Los servicios sociales querían ayudar!, nos dicen los responsables políticos. Pero al parecer eran tan desagradecidos que no querían ayuda. Unos mueren víctimas de la pobreza y la marginación, y otros, producto de la circulación. En épocas de crisis cualquier excusa es buena para castigar a los pobres. Reducción drástica de ayudas en todos los frentes sociales. Nos dicen que eran rumanos y como ciudadanos de la UE no se les podía expulsar, por pobres, así que estaban dejados a su mala suerte.
En Cataluña se celebra la Pascua que va asociada a la “mona” –pastel-, que los padrinos regalan a sus sobrinos. El gremio de pastelería está muy agradecido por semejante evento. Los precios de las “monas” varía, pero en general es caro. Un capricho que esos desdichados no se lo hubieran podido permitir. La vida es injusta. Pero las sociedades deberían hacer algo más que lamentarse. La crisis es la excusa perfecta para la insolidaridad más descarnada. ¡Suerte que la Iglesia rezará por los rumanos! No tenían donde caerse muertos, pero si hemos de creer en la Iglesia católica, al menos tendrán el paraíso para instalarse.
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